EL PRESIDENTE N. ELDON TANNER,
EL DÍA 6 DE OCTUBRE DE 1979
Durante la Segunda Guerra Mundial, el élder Albert E. Bowen, entonces miembro del Consejo de los Doce Apóstoles, recopiló una serie de mensajes radiales en un libro, que tituló: La constancia en medio del cambio. Esos mensajes eran muy apropiados para la época; estábamos en medio de una conflagración y la gente de todo el mundo necesitaba un mensaje de segundad, calma y estabilidad.
Nuestros días actuales son en muchas maneras similares a aquellos turbulentos años de la guerra. También ahora nos enfrentamos a problemas que nos dejan perplejos y, además de los evidentes conflictos en política internacional, estamos atravesando uno de los períodos económicos más difíciles que hemos visto en muchas décadas, con los problemas que traen aparejados la inflación y la administración económica personal.
Quisiera usar el título del libro del élder Bowen, y compartir con vosotros algunas de las experiencias por las que he pasado y las conclusiones a las que he llegado en los sesenta años que llevo trabajando. He vivido todas las fases del ciclo económico. Cuando era joven y estaba en mis principios, pasé por una depresión económica personal. He visto la depresión nacional e internacional, así como los períodos de inflación; he observado cómo en cada ciclo económico se han creado lo que han dado en llamar "soluciones", que han pasado sin pena ni gloria. Estas experiencias me han llevado a la misma convicción que hizo al poeta Robert Frost escribir: "La mayoría de los cambios que creemos ver en el mundo, están en relación directa con la tendencia popular de aceptar o rechazar ciertas verdades".
Lo que hoy quisiera compartir con vosotros son mis obervaciones sobre los principios constantes y fundamentales que pueden traernos seguridad financiera y tranquilidad de conciencia, bajo cualquier circunstancia económica.
Primeramente, quiero establecer una base y una perspectiva dentro de las cuales se puedan aplicar esos principios