Por élder Jeffrey R. Holland
Si a un lector ocasional del Libro de Mormón le pidiéramos que nombrara al personaje principal del libro, indudablemente las respuestas serían distintas. Es porque en cualquier registro que abarque mas de mil años de historia-con todas las personas que incluyera tal registro-no es muy fácil que surja en todo ese período de tiempo un solo personaje central. No obstante y reconociendo dicha limitación, quizás se puedan nombrar a algunas personas favoritas o al menos memorables. Nombres como Mormón, el compilador del libro que lleva su nombre; o Nefi, el primer y muy reconocible joven profeta; o Alma, a quien se le dedican tantas páginas; o Moroni, el audaz capitán que levantó el estandarte de la libertad; o su homónimo que terminó el libro y lo entregó cerca de mil cuatrocientos años después al joven José Smith-estos serían algunos de los personajes mencionados.
Todas esas respuestas nos harían reflexionar, pero también todas estarían incorrectas. El personaje principal y central en el Libro de Mormón, desde el primero hasta el último capítulo es el Señor Jesucristo, de quien el libro verdaderamente es "otro testamento." Desde la primera página-de hecho, desde la introducción-hasta la última declaración en el libro, este testamento revela, demuestra, examina y recalca la misión divina de Jesucristo tal como se encuentra en las relaciones sagradas de dos dispensaciones del Nuevo Mundo, relaciones escritas para el beneficio de una tercera dispensación, la última y más grande de todas las dispensaciones, la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Este registro sagrado, escrito por profetas y preservado por ángeles se escribió con un propósito fundamental y eternamente esencial: "convencer al judío y al gentil de que JESúS es el CRISTO, el ETERNO DIOS, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones" (portada del Libro de Mormón).
En una gran visión registrada al principio del libro, el joven profeta Nefi ve la preparación y circulación de la Santa Biblia, "una historia de los judíos la cual contiene los convenios que el Señor ha hecho con la casa de Israel". Pero, de forma alarmante, ve también el abuso y la declinación del libro al pasar por muchas manos y con el correr del tiempo.
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Si a un lector ocasional del Libro de Mormón le pidiéramos que nombrara al personaje principal del libro, indudablemente las respuestas serían distintas. Es porque en cualquier registro que abarque mas de mil años de historia-con todas las personas que incluyera tal registro-no es muy fácil que surja en todo ese período de tiempo un solo personaje central. No obstante y reconociendo dicha limitación, quizás se puedan nombrar a algunas personas favoritas o al menos memorables. Nombres como Mormón, el compilador del libro que lleva su nombre; o Nefi, el primer y muy reconocible joven profeta; o Alma, a quien se le dedican tantas páginas; o Moroni, el audaz capitán que levantó el estandarte de la libertad; o su homónimo que terminó el libro y lo entregó cerca de mil cuatrocientos años después al joven José Smith-estos serían algunos de los personajes mencionados.
Todas esas respuestas nos harían reflexionar, pero también todas estarían incorrectas. El personaje principal y central en el Libro de Mormón, desde el primero hasta el último capítulo es el Señor Jesucristo, de quien el libro verdaderamente es "otro testamento." Desde la primera página-de hecho, desde la introducción-hasta la última declaración en el libro, este testamento revela, demuestra, examina y recalca la misión divina de Jesucristo tal como se encuentra en las relaciones sagradas de dos dispensaciones del Nuevo Mundo, relaciones escritas para el beneficio de una tercera dispensación, la última y más grande de todas las dispensaciones, la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Este registro sagrado, escrito por profetas y preservado por ángeles se escribió con un propósito fundamental y eternamente esencial: "convencer al judío y al gentil de que JESúS es el CRISTO, el ETERNO DIOS, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones" (portada del Libro de Mormón).
En una gran visión registrada al principio del libro, el joven profeta Nefi ve la preparación y circulación de la Santa Biblia, "una historia de los judíos la cual contiene los convenios que el Señor ha hecho con la casa de Israel". Pero, de forma alarmante, ve también el abuso y la declinación del libro al pasar por muchas manos y con el correr del tiempo.
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