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CALENDARIO MORMON

9 Abril de 1951, David O. McKay es sostenido como Presidente de la Igresia de Jesucristo



Al ser sostenido como Presidente de la Iglesia, el 9 de abril de 1951, David O. McKay testificó: Nadie puede presidir sobre esta Iglesia sin primero estar en armonía con la cabeza de la Iglesia, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. El es nuestra cabeza. Esta es su Iglesia. Sin su guía divina e inspiración constante no podemos tener éxito. Con su guía e inspiración no podemos fracazar Os prometo que haré todo lo posible para vivir de tal manera que merezca la compañía del Espíritu Santo, y ruego en vuestra presencia que mis consejeros y yo podamos ser en verdad "partícipes del Espíritu Santo."

El presidente McKay sabía que Jesucristo es el Salvador de la humanidad, y enseñó a los hombres que la única manera de encontrar gozo verdadero y felicidad era hacer de Cristo el centro de nuestra vida: Un carácter íntegro solamente es el resultado de esfuerzo continuo y pensamientos rectos, y de la siempre apreciada asociación con pensamientos divinos. Aquel que hace a Dios el centro de sus pensamientos se acerca más a tener un espíritu como el de Cristo; y aquel que puede decir con sinceridad de corazón, "no se haga mi voluntad, sino la tuya," se acerca más al ideal cristiano.

Poco después de ser sostenido como el profeta, emprendió un recorrido por las misiones de todo el mundo. Con el tiempo viajó más de un millón y medio de kilómetros, recorriendo el mundo como un apóstol Pablo de nuestros días. La obra misional se aceleró cuando animó a cada miembro a ser un misionero. Durante su ministerio se construyeron miles de capillas. Debido a que fue Presidente de la Iglesia por diecinueve años, la mayoría de los miembros no habían conocido a ningún otro profeta aparte de David O. McKay. El presidente McKay sabía que el Señor deseaba que Sus santos progresaran espiritualmente. Con frecuencia hablaba acerca de desarrollar nuestra naturaleza divina. También habló con frecuencia acerca de la familia y del hogar. Grabó de manera indeleble en la mente de los santos la declaración “Ningún éxito puede compensar el fracaso en el hogar”

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