El Libro de Mormón mismo promete a aquellos que lo lean y mediten que podrán obtener un testimonio de su veracidad:
He aquí, quisiera exhortaros, al leer estas cosas, si Dios juzga prudente que las leáis, a que recordaseis lo misericordioso que el Señor ha sido hacia los hijos de los hombres, desde la creación de Adán hasta el tiempo en que recibáis estas cosas, y que lo meditaseis en vuestros corazones.
Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntaseis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo;
Y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas (Moroni 10:3-5).
He aquí, quisiera exhortaros, al leer estas cosas, si Dios juzga prudente que las leáis, a que recordaseis lo misericordioso que el Señor ha sido hacia los hijos de los hombres, desde la creación de Adán hasta el tiempo en que recibáis estas cosas, y que lo meditaseis en vuestros corazones.
Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntaseis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo;
Y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas (Moroni 10:3-5).